Editorial

“A LA GENTE LA EMPOBRECEN PARA QUE LUEGO VOTEN POR QUIENES LOS HUNDIERON EN LA POBREZA”

Francisca Palacios. Encargada de Publicaciones. Desarrollo Pastoral VEJ

(CARDENAL BERGOGLIO. 2013)

Como es tradición en la Vicaría Episcopal Cordillera, al finalizar el mes de la Solidaridad, se invita a las comunidades pastorales, especialmente agentes y participantes de la PJ, a un espacio de reflexión y diálogo, sobre las implicancias de la Iglesia contemporánea en su forma de abordar la los principios y valores que nos propone el Evangelio y la tradición de la Iglesia, con respecto a la nueva cuestión social.

El pasado sábado 26 de agosto, el Seminario DSI: “En tiempos del X Sínodo: ¿cómo los jóvenes asumen su compromiso cristiano?”, tomó en consideración cómo las mediaciones de la vida pastoral motivan desde distintos escenarios a los jóvenes y a comprometerse con el seguimiento de Nuestro Señor.

Cuatro fueron los exponentes de esta versión del seminario: Pbro. Samuel Ladrón de Guevara (Asesor PJ Zona Cordillera), Valentina García Campos (Psicóloga Clínica, experiencia de inserción en la población La Victoria), Ma. Francisca Palacios (Trabajadora Social, Presidenta de Fundación Fe y Ciudadanía) y Ariel Parra (Químico Farmacéutico, diplomado en Comunidades Eclesiales de Base). Todos ellos, aportaron desde una de las dimensiones de la vida pastoral, a comprender cómo cada una de ellas, y todas en conjunto, posibilitan el discernimiento y compromiso de los jóvenes.

Una mañana llena de reflexión, de diálogo, de aportes en lo personal y en lo comunitario, que los agentes pastorales de la zona aprovecharon, que recuerda aquella controversial frase del entonces Cardenal Bergoglio (2013) interpelando sobre los políticos de su arquidiócesis: “a la gente la empobrecen para que luego vote por quienes los hundieron en la pobreza”.

Esta iniciativa de la zona episcopal cordillera, que da término al las actividades propuestas por la VEJ para celebrar el mes de la Solidaridad, pero que nos interpela enormemente en el sentido que entrega nuestra Iglesia a espacios como éste. Pareciera que la vida de las pastorales orgánicas está tan ensimismada, que no reconoce las oportunidades que se ofrecen para abrirse a tocar temáticas nuevas, a vivir experiencias nuevas, a potenciar su compromiso con el mundo y formarse en esta línea de la Doctrina Social de la Iglesia (CDSI 187).

No sólo es difícil comprender, que desde la perspectiva cristiana la Iglesia sólo destine un mes a celebrar la Solidaridad, como si no fuera parte esencial de nuestra identidad vivir este valor desde la vida cotidiana, y no en un espacio temporal. Entonces, ¿cómo fortalecer en nuestras comunidades, especialmente juveniles, la opción preferencial por los pobres? ¿cómo ampliar la mirada a nuevas expresiones de vulnerabilidad, que se nos presentan en frente y no somos capaces de ver en ellas el rostro de Cristo que sufre? ¿cómo comenzar a interiorizar que la pobreza y la exclusión, son parte de un sistema que avalamos desde la forma en que nos expresamos en lo cotidiano de ser ciudadano?

Los desafíos no son simples, hay que comenzar a trabajar para favorecer y animar la participación de los jóvenes en espacios como el que acabamos de enunciar, que les permita mirarse, mirar sus comunidades y no quedarse en el sitio de la crítica, sino que buscar espacios propositivos, que desde las nuevas formas de comunicación juvenil sean un aporte para la construcción de una sociedad que verdaderamente sea encarnada en el Evangelio.

Tal como lo plantea la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, en su último documento pastoral Aparecida, es necesario “promover caminos eclesiales más efectivos, con la preparación y compromiso de los laicos para intervenir en los asuntos sociales” (DA. 400) la misión de los agentes pastorales dentro de la institución eclesial, es generar este tipo de espacios formativos, que impulsen a tomar acciones concretas sobre la nueva cuestión social que se vive desde diferentes espacios de exclusión y vulnerabilidad en la actualidad. 

Esperamos que esta opción por la formación, discernimiento, participación y diálogo sobre las implicancias de asumirse como jóvenes cristianos en el mundo, tenga repercusiones que incluso no lleguemos a ver directamente. Que sea un lugar donde todos y todas podamos aprender y reflexionar críticamente, en torno a nuestra misión evangelizadora y asumir la ciudadanía desde todo su ser en democracia.

Los invitamos a ser parte de las diferentes alternativas que la arquidiócesis nos propone para asumir el seguimiento de Jesucristo desde todas sus implicancias. Para ser un verdadero cristiano que ilumine el mundo, con una voz profética que anuncie y denuncie a la vez. Para ser jóvenes que conozcan su fe, la defiendan, pero sobre todo la vivan completamente. Para ser rostro de Dios en medio de los diferentes contextos que hemos sido llamados a misionar. Seamos jóvenes cristianos en la vida día a día, y en la alegría de “llegar a la perfección por la caridad” (Misal Romano. Oración Colecta).

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