Mons. Cristián Roncagliolo Pacheco. Vicario de la Esperanza joven.
Estamos viviendo un tiempo de gracia consagrado a la Madre del Señor. En nuestras comunidades se multiplican los lugares de oración y de encuentro para rezar, para pedir y para confiar en la Virgen María.
Estamos viviendo un tiempo de gracia consagrado a la Madre del Señor. En nuestras comunidades se multiplican los lugares de oración y de encuentro para rezar, para pedir y para confiar en la Virgen María.
Este ambiente lleno de esperanza es un tiempo propicio para que los jóvenes puedan también crecer en el amor y en la generosa entrega. María es un modelo de discípula que siguió al Señor en todos los momentos de su vida, y que después de la ascensión de su Hijo, en la Iglesia y junto con los apóstoles se volvió en insigne custodia de la fe del pueblo de Dios. Ella es portadora de gracia y camino de misericordia, puerta del cielo siempre abierta que acoge las necesidades de sus hijos y responde con un amor sin igual para prodigarnos lo que necesitamos
Providencialmente recién ha culminado el Sínodo de los obispos sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional. Este acontecimiento eclesial ha sido una oportunidad para crecer en el discípulado, al modo mariano, y revitalizar el celo apostólico. El Sínodo ha sido un tiempo de gracia donde la universalidad de la Iglesia se ha puesto al servicio de la evangelización de los jóvenes.
En este espíritu los animo a renovar su fe y esperanza. ¿Cómo podemos hacerlo? Buscando caminos concretos para que en este mes se exprese nuestra fe. Por ejemplo, comprometerse a hacer una oración especial todos los días, o prodigarle un regalo a la Virgen, o hacer un apostolado determinado o un sacrificio concreto que manifieste el amor a Dios y la necesidad de su misericordia. También nos ayuda el tener una imagen visible de María que indique que a ella le rendimos culto y a través de ella nos acercamos al Señor.
Pidamos en este mes de María por nuestras comunidades juveniles, por los que disciernen su vocación, por los frutos del Sínodo y por que nuestra Iglesia se ponga de pie para caminar, con fe y esperanza, en su tarea misionera.
+ Cristián Roncagliolo Pacheco
Obispo Auxiliar de Santiago
